¿Cómo sobrevivir al primer día de clases de kínder? Una historia real
El primer día de clases suele generar miedo, nervios, alegría y entusiasmo porque implica conocer a nuevos profesores y desafíos y ver de nuevo a los amigos, pero ¿qué pasa cuando se trata del primer día de clases de kínder? Aquí no hay referencia escolar pasada, entonces ¿quién prepara a quién?, ¿los padres a los niños o viceversa?
Antes que nada, ¡guarda la calma! Es normal que tengan emociones encontradas porque tu pequeño inicia su vida escolar y esto significa que va a salir de casa para descubrir aún más el mundo, así que respira hondo y mejor échale un vistazo a la siguiente historia que te ayudará a prepararte para ese primer gran día.
El primer día de clases de la mamá Cynthia Martínez
El ciclo escolar empezó y la noche anterior casi no pude dormir de los nervios, puesto que mi pequeño (como aún lo llamo) “abandonaría el nido” para ir a un nuevo espacio, donde sé que le brindarían todo lo necesario para seguir desarrollándose de una manera sana. Previamente a este día es fácil como mamá o papá estar tranquilo, pero a la hora de la hora, las cosas cambian.
Soy mamá primeriza y eso me hizo exagerar un poco en todo listo: uniforme planchado, zapatos, útiles, cuadernos, mochila, lunch. Por dentro sentía como mi corazón latía cada vez más rápido, pero por fuera trataba de mostrarme calmada, sobre todo para que mi niño no notara mis nervios y poder contagiarle mi entusiasmo.
El momento más doloroso llegó, conforme nos acercábamos a la puerta de la escuela, yo sentía un hueco en el estómago. Miré de reojo a mi hijo y pude ver cómo su rostro ya era más de miedo que de entusiasmo, puesto que al igual que él, muchos niños ingresaban por primera vez al kínder y pasó lo que me temía, comenzó a llorar y a gritar, “¡mamá!, ¡mamá!”.
Sabía que no podía ir por mi pequeño y llevarlo de nuevo conmigo; la profesora tomó su mano y entre llantos lo vi entrar. Camino a casa me solté a llorar por todas las emociones que tenía dentro, aún pienso que yo lloré más que mi pequeño. Respiré hondo y ahí fue cuando comencé a aceptar esta nueva etapa que ya estaba sucediendo.
A la hora de la salida fui por mi niño a la escuela y vi una gran sonrisa en su rostro, lo llevé por un helado y le pregunté todo sobre su primer día escolar, él me dijo que incluso ya tenía dos amiguitos. Verlo así de contento fue la mejor recompensa que pude tener ese día; ahora mi hijo ama ir a la escuela y yo estoy más que feliz de ver cómo crece.
Mi pequeña reflexión es que tanto papás como mamás sí sobrevivimos al primer día de clases de kínder y son los niños nuestros pequeños maestros, pero es nuestra labor darles esa confianza que a ellos los anima a descubrir todo lo que el mundo tiene para ellos.
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